El otro día en el concierto de Idles volví a entender el porque no me quiero morir y que me ha mantenido siempre alive en esta vida.
No puedo decir con exactitud cual fue la primera canción que canté o escuché pero mañana se lo preguntaré a mi madre.
La música siempre ha estado en mi vida y siempre la he utilizado como medio de autocompresión, autosabotaje y expresión hacia el exterior.
Tengo tantísimos recuerdos almacenados en mis neuronas y corazón en relación a canciones, que la playlist me duraría infinitos atardeceres y nunca podría volver a la primera canción. Lo cual, me niego. Siempre quiero volver a escuchar temas que me hicieron sentir, en bucle.
Mi dicsman era gris y pesaba muchísimo, recuerdo su tacto mientras sonaba La chica del gorro azul de la la Oreja de Van Goth y yo observaba a mi yayo en el tren de camino a mi pueblo.
Ir conmigo en tren siempre es ir con mi música.
Mi lugar de culto por 2009 era mi habitación siendo yo adolescente delante de mi ordenador, poniéndome sin parar canciones de Extremoduro, Nirvana y Marea mientras leía una y otra vez las letras de los temas que Bombi y la Kabra me habían enseñado para luego pedirlos en Enigma. Creo que fue una de las mejores épocas de mi vida porque me sentía viva al descubrir ciertas canciones.
Descubrir música es lo que más feliz me hace. Conozco infinidad de grupos, melodías y letras que si hacen un concurso musical de adivinar canciones probablemente me apuntaría.
Tarde muchísimo tiempo en deshacerme de mi mp3 (2016) ya que llevar la música en el móvil significaba no evadirme completamente del mundo como si lo hacía con este pequeño aparato.
Salir sin cascos es una catástrofe, y prefiero no ir, ya que no poner música a la calle me produce muchísima tristeza y sinceramente, no quiero oír a la gente, pudiendo oír como me susurra al oído Grian de Fontaines DC o Amyl and the Sniffers.
Me encanta que después de haber dormido acompañada cuando esa persona alcanza la suficiente confianza conmigo, me cante, o me enseñe canciones, las personas que me conocéis sabeís que esto lo atesoro.
Los discos me han salvado la vida en el estilo más literal. Sería cenizas sin melodías.
Tener sexo con música, llorar con música, saltar en un pogo, reír, plantearme mi existencia, calmarme, hacer playlists, comer, ducharme, medir el tiempo en canciones, dos canciones para cepillarme los dientes, pensar en él como lo que me hace sentir una estrofa de una canción, entrar en un sitio y que suene la canción que llevo en mis cascos, conciertos, festivales, salas, viajes, fiestas, decir te quiero en estrofas, pensar, besar, abrazar y espero que morirme con música.
La música es mi refugio.
Lo que siento cuando estoy en un concierto es de las experiencias más cercanas al éxitasis que recorren todos mis sentidos, tanto que me es difícil concretarooslo pero creo que me entendéis, y quizás sea uno de los sentimientos que me hacen tener claro porque no quiero morir.
Quiero que sepas que si no te olvido es por la música.
Siempre que haya música, seguiré viva- (podría ponerlo en mi epitafio no?)
Id a muchísimos conciertos, reproducir mil canciones pero recordad que cantarlo es decirlo dos veces y sin miedo.
yours truly,
hasta el domingo.
Marta Kornelski🔪🩸
Necesitamos playlists!!!